Lialdia.com / *Aurelia Castillo / San Pedro de Macorís / República Dominicana
– El carnaval, a pesar de que es una celebración muy típica y antigua
en la vieja Europa cristiana, tiene sus orígenes en antiguas tradiciones
paganas que se remontan a las ciudades de Sumeria y Egipto hace más de
5.000 años atrás.
Fue traído hacia América por los navegantes españoles y portugueses.
En la actualidad, se ha convertido en símbolo de lugares, caracterizados
por sus festejos tradicionales y espectaculares, que atraen a los
turistas.
Se celebra desde la colonia, antes de la cuaresma cristiana, cuando
los habitantes de Santo Domingo se disfrazaban como un remedo de las
carnestolendas europeas. Convirtiéndose en la fiesta popular de mayor
tradición.
La farsa, la sátira y diversas formas de crítica social o política
hoy tienen lugar en estas festividades. En la celebración se aprecian,
en particular, atuendos y disfraces, bajo una variada mezcla de
elementos que dependen de las distintas regiones y pueblos del país.
En este contexto nace una parte de esa historia y de la cultura
dominicana, especialmente de la ciudad de San Pedro de Macorís, y que es
la máxima expresión cultural de esa comunidad: los Guloyas o Buloyas,
diablos vestidos con trajes de llamativos colores, adornados con espejos
pequeños y capa amarilla y roja, que llevan sus vejigas de toro y
fuetes, bailan al compás de la flauta, el cencerro y la tambora. Fueron
reconocidos por la UNESCO el 25 de noviembre del año 2005 como
patrimonio mundial intangible de la humanidad.
La historia de su origen habla de que nacen con los descendientes de
negros cocolos que inmigraron a la ciudad de San Pedro provenientes de
las islas británicas del Caribe y su principal característica es que son
enmascarados. La música, es de un ritmo que es casi totalmente de
influencia africana, de igual modo, todos los movimientos y pasos de sus
danzas son de puro corte africano. Sin embargo, cuando los bailes son
dramatizados, la mayoría de los argumentos están basados en “lecciones”
bíblicas o en leyendas británicas. Asimismo, la influencia británica se
hace sentir en las letras y motivos de las canciones cocolas.
Los historiadores apuntan que el nombre de Guloyas se origina en la
pieza teatral David and Goliath, donde el nombre de Goliath es
pronunciado Golaia o Guloya. En dicha pieza es característico el grito:
Goliath (Guloya) is dead (Guloya está muerto).
Los bailes que trajeron los cocolos son muy variados y excitantes y
todos tienen por objeto, además de producir un deleite espiritual,
llevar a los espectadores un mensaje de carácter social o religioso.
Estos bailes y “juegos” se hacían del 25 de diciembre al 6 de enero pero
ya se presentan en otras épocas, como en las fiestas patrias y
patronales y durante el carnaval, debido a la integración de la
comunidad cocola con el resto del país.
Los principales bailes (o “juegos”) son “El Momise” y el Buloyer.
Este último, conocido generalmente como Los Guloyas, realmente es un
conjunto de bailes y “juegos” diversos. Sin duda una de las
características más importante del grupo de los Guloyas es su original
traje o vestimenta donde se destaca la cabeza decorada con largas y
coloridas plumas de pavo real, sus trajes son complementados por capas
de colores vivos, coloridas piedras y espejos dando alegría y dinamismo a
su representación folklórica.
Los cocolos son inmigrantes de las Antillas Menores inglesas
(principalmente Anguilla, St. Kitts, Nevis y también Antigua, Tórtola
etc., que, desde finales del siglo XIX, llegaron a República Dominicana
(principalmente a San Pedro de Macorís, como trabajadores en los
cañaverales e ingenios de la floreciente industria azucarera en el
tiempo de las danza de los millones. Vienen del cruce racial de antiguos
esclavos traídos de África, con colonizadores británicos y por su
dedicación, seriedad y afán de superación han recibido el reconocimiento
de la sociedad civil local, integrándose exitosamente. Hoy, mantienen
su originaria identidad cultural únicamente en los enclaves de San Pedro
de Macorís , englobada por los tiempos modernos y los cambios
generacionales.
El término cocolo es de origen incierto. La opinión predominante lo
atribuye a un error de pronunciación del nombre de la isla Tortola;
alguno se refiere a una alteración de la expresión congolo (“venido del
Congo”); otros destacan la derivación portuguesa desde el término coco,
forma de designar al hombre negro de África, que los españoles
incluyeron en su vocabulario al involucrarse con la trata de esclavos.
Los cocolos trajeron consigo su música, danzas, religión, gastronomía
y singulares usanzas populares derivadas de prácticas africanas y
tradiciones inglesas, las cuales se unieron a la diversidad cultural
dominicana.
La cultura folklórica popular dominicana es el resultado de tres
grupos étnicos diferentes: los españoles nos dieron su lenguaje, sus
costumbres y nos impusieron su religión. Los negros africanos, nos
dieron el color de la piel y el folklore popular. Los tainos o indígenas
nos dejaron la agricultura y el amor por nuestra tierra. Culturas que
han sabido vivir en armonía creando y fortaleciendo una identidad
propia, más abierta, que se refleja en la idiosincrasia de su gente y en
sus manifestaciones culturales y artísticas. En poca palabras, los
dominicanos miran hacia España, viven con Africa y no olvidan a los
Indígenas.
*Aurelia Castillo
aureyany@hotmail.com
San Pedro de Macorís / República Dominicana
Autora en conjunto con su hijo Escarlin Martínez Castillo de la
Enciclopedia San Pedro de Macorís, su historia y su gente.
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